domingo, 20 de septiembre de 2009

GUIA ESTUDIO N. 1 Cuarto Bimestre - El proyecto de vida y sus dimensiones

El ser humano es una integralidad en la cual se entrelazan, de manera armónica y sin dejar límites, las diferentes dimensiones de su ser. Aunque suene paradójico, se hace una presentación acerca de las dimensiones no para dividir sino para apreciar el valor que tiene cada una de las partes. Además se considera al hombre como un todo.
Hay cuatro dimensiones que aseguran la solidez y la unidad del Proyec­to de Vida: afectiva, socio-política, profesional y trascendente1. Al nom­brarlas en este orden no se está proponiendo en ningún momento que esta sea la secuencia para crecer en cada una de ellas o que tengan un valor jerárquico. Las cuatro se van dando simultáneamente porque todas forman un sistema en la que es imposible incidir en alguna y no incidir en las de­más. Si se afecta una de ellas de inmediato las otras también se afectan.
Pero, ¿de dónde surgen estas dimensiones? El hombre es un ser eminen­temente relacional.

1. Relación con los otros: dentro de la opción existencial que haga el indi­viduo, más aun si ésta es la preexistencia, tiene la condición de relación con los otros para dar y recibir, para pertenecer y excluirse, para construir o deconstruir. En la relación con los otros el individuo hace su aporte para generar o fortalecer grupos, "roscas", comunidades, organizaciones o so­ciedades. La envergadura del ente social lo da su propia mirada, su concep­ción de mundo y su capacidad de darse cuenta de la trascendencia de sus acciones para permitir el bien común. En la relación con los otros se ubica la dimensión socio-política.

2. Relación con lo otro: lo otro es el mundo como cosmos (en cuanto orden y universo), el entorno como oikos (casa), la naturaleza (como natura y creación). El ser humano -desde el lenguaje teológico cristiano- está lla­mado a ser co-creador del mundo y re-creador en el mundo. Para lograr esto, hace comprensión del mismo mundo, se hace poseedor de un saber y se constituye en transformador a través de una profesión, por eso, esta rela­ción da lugar a la dimensión profesional.

3. Relación con el Otro: la fe como realidad antropológica le permite re­conocer y creer en un ser trascendente. Para la teología cristiana, el Dios en el cual creemos es Persona lo que nos permite una relación diádica inter­personal de donde emerge la espiritualidad y la religión. Dentro de la espi­ritualidad es posible pensar en interioridad, intimidad, discernimiento y oración para poder proclamar "Señor, hágase tu voluntad" como expresión máxima de la mística. Por otro lado, la religión, da la posibilidad de tener una idea de Dios y unas prácticas con sentido que no minen la libertad del individuo sino que, al contrario, permitan la unificación con el mismo Dios. En la relación con el infinitamente Otro está la dimensión trascendente.
A • La dimensión afectiva
Los valores de la dimensión afectiva tienen que ver con el conocimiento de sí mismo y el valor de la vida, la autoimagen, el autoconcepto, la autoestima y la autonomía. Además, el valor que un individuo da a su exis­tencia y a la existencia de los demás.
El amor por la vida tiene que ver con la sexualidad, suya y la del otro. La afectividad se pone a prueba en las diferentes expresiones de la sexualidad que se dan en las situaciones de la vida cotidiana como la identidad sexual, los roles sexuales, el noviazgo, el embarazo no deseado, la posibilidad de aborto, la droga, las conductas sexuales extrañas, el acoso sexual, etc.
Todos somos conscientes que la vida está llena de decisiones que se dan en cada momento, pero las decisiones que se toman en la vida afectiva -a nuestro parecer- son las más trascendentales de todas. De hecho, el éxito en esta dimensión genera en la persona una sensación de plenitud y realiza­ción. O, lo contrario, las «embarradas» afectivas han llevado a la consuma­ción total, la depresión, el suicidio como "solución" extrema, ó un giro de 180 grados en el proyecto personal de vida.
Valdría la pena preguntarse cómo vive un hombre que se siente amado y que ama. ¿No es acaso un hombre que se vuelve altamente productivo? ¿qué piensa en el bien del otro? ¿qué es comprensivo, optimista y alenta­dor? ¿qué tiene un espíritu en paz y alegría, y estrecha sus lazos con el Dios de su fe? Pero, yendo al otro extremo, cómo vive un hombre que no ama y se siente rechazado por el otro -ó en el peor de los casos, odiado-. ¿No es aquel que reniega de lo que hace? ¿que se vuelve neurótico en la sociedad? ¿que se siente solo y abandonado? ¿que no tiene metas o ideales? ¿que hace de Dios una blasfemia?

B• La dimensión política
Cuando se menciona una dimensión de esta naturaleza no se hace refe­rencia a los movimientos políticos, ni a pertenecer a un partido político, sino que se refiere al espíritu que impulsa cualquier acción política del hombre: el que lleva a hacer de él un sujeto que se interrelaciona con los otros para buscar el bien común de todos.
Dentro de la dimensión política se encuentran los valores del servicio, la solidaridad, el compromiso, la honestidad, el respeto por el otro, la toleran­cia, el pluralismo, la convivialidad y todos aquellos que hacen que el hom­bre pueda vivir en la sociedad de la cual forma parte.
El ser humano no es una isla y, por tanto, no se puede quedar en un «mi vida, mi estudio, mi trabajo, mi casa...» debe ser capaz de abrir las fronte­ras de su yo para descubrir que otros tienen los mismos derechos y que deben ser respetados aunque no haya lazos afectivos que los unan.
Los valores de lo político hacen del ser humano un sujeto crítico frente a las situaciones que se le presenta al grupo social del cual forma parte. Se habla del grupo social sin determinar su extensión porque puede ser tan grande como lo conciba la conciencia política que tiene el individuo que pertenece a él. A un nivel mínimo podríamos hablar de familia; si amplia­mos un poco, pasaríamos a considerar el sector, el barrio, la ciudad, la re­gión, la nación o el mundo.
El hombre debe ser consciente que cualquier cosa que haga o deje de hacer afecta positiva o negativamente a los otros en diferentes niveles. Ese "hacer" puede ir desde sembrar un árbol hasta fundar una ONG, o desde tirar un papel a la calle hasta colocar una bomba en un sitio populoso.
C• La dimensión profesional
Pareciera que en una sociedad donde el sistema capitalista neoliberal rige las vidas de las personas, de las instituciones, empresas y macro-gru-pos humanos, la dimensión profesional fuera la más importante. De hecho, muchos proyectos de vida se han reducido a esta dimensión haciendo que la persona busque afanosamente oportunidades para estudiar una carrera, encontrar un trabajo y ganar dinero.
A este respecto es fácil encontrar instituciones educativas que han gene­rado todo un proceso de orientación profesional para los jóvenes que cur­san sus últimos años de secundaria. Aparecen psicólogos, orientadores, tests de aptitudes, charlas con profesionales., etc., para asegurar que cada indivi­duo tome la mejor opción de acuerdo con sus capacidades y limitaciones.
Pero resulta que la dimensión profesional no debe absorber la fuerza que tienen las demás dimensiones. No puede hacer del sujeto un homo-faber que reduce su existencia a hacer...hacer para ganar... y subsistir.
La dimensión profesional hace referencia a los valores del trabajo y al desarrollo de las cualidades del hombre. El trabajo y la profesión no pue­den ser considerados como un único medio de supervivencia. El trabajo debe ser la tarea que, al ser desarrollada, produzca realización, satisfacción y felicidad. El dinero no puede ser el fin del trabajo, sino la consecuencia de la propia realización y la contribución al progreso personal, social y cultural.
De la palabra profesión surge la acción de profesar y «profesa» aquel que se consagra a algo. Es el que se deja apasionar por lo que hace pero no se deja absorber. Vibra en su corazón cuando logra hacer lo que quiere porque vierte en su trabajo grandes dosis de creatividad, ingenio, objetivi­dad, ciencia, humanismo y entrega. Lejos de él cualquier automatización de su quehacer que lo lleve a perder su sentido y lo conduzca a una rutinización inacabable.

D• La dimensión trascendente
La dimensión trascendente, sin duda, forma parte del proyecto vital de una persona. Esta convicción está fundamentada en la fe que profesa el hombre y que anima su vida. Es la convicción del hombre como ser perfec­tible que se mueve dentro de la continua inmanencia-trascendencia: un hom­bre que está sujeto al tiempo y al espacio, y un hombre que traspasa los límites que ponen estas dos variables.
Darle un sentido trascendente a la vida es aceptar que ella tiene un com­ponente espiritual compartido por un Ser superior al que consideramos Padre, del cual procedemos y al cual volvemos. Dentro de una perspectiva teológica cristiana este Dios Padre es amor y por eso perdona al hombre, lo acompa­ña, lo guía y lo conduce a El, pero, no se confunda, respeta su libertad como don que legitima su naturaleza.
Es el ser humano quien, a través de su libertad, hace amistad con Dios desde su propia situación y desde esta vida. Por eso, esta dimensión tras­cendente lleva en sí misma los valores llamados religiosos y morales: la fe, la fraternidad, el amor, el perdón, el servicio y todos aquellos que propone el evangelio.
Nótese que no hay ningún valor evangélico que se quede dentro de una relación simbiótica cerrada entre el hombre y Dios. Todos los valores trascien­den a los demás hombres. Por eso, la dimensión espiritual o trascendente le da sentido a muchas de las cosas que hace la persona creyente y a su propia vida.
LOGROS E INDICADORES PROYECTO DE VIDA CUARTO BIMESTRE 2009
1. Identificar claramente los elementos que componen un Proyecto de vida como transformación de la persona “desde dentro”.
1.1 Reconoce los marcos como bases axiológicas sobre las cuales se construyen el proyecto de vida.
1.2 Descubre la importancia de los valores morales para salvaguardar la vida y la convivencia humana y para preservar el medio ambiente y analizar críticamente los valores y los problemas de la sociedad.
1.3 Asimila el valor de la vida humana como base de la propia realización personal y como condición indispensable de la convivencia cívica y social.
2. Interpretar la retrospectiva de su historia de vida para ubicarse objetivamente en el tiempo y el espacio colombiano.
2.1 Elabora gradualmente el proyecto personal de vida.
2.2 Aprecia la importancia de llevar una vida ordenada en lo que se refiere a la alimentación, al descanso, a las diversiones, al estudio, al trabajo, etc., para favorecer la salud mental y corporal.