viernes, 27 de febrero de 2009

GUIA MITO " EL MITO DEL LABERINTO" Para EVALUAR del 9 -13 MARZO

ESTA GUIA SERA TAMBIEN CONTENIDO DE ESTUDIO PARA LA PROXIMA EVALUACION . PEGARLA EN EL CUADERNO DE TEORIA: Se revisara en las Clases.

El Mito del Laberinto:
Una metáfora para la complejidad cognitiva.



Todos sabemos como continúa la leyenda y estamos obviamente al tanto de que escapar no era totalmente imposible: el hilo de Ariadna le permitió a Teseo entrar al laberinto y salir de él vivo después de un último y agitado intercambio de opiniones con el Minotauro. De modo que, cuando el rey Minos aclaró cuentas con Dédalo por su trabajo, además de pagarle la cifra acordada, también lo encerró en el laberinto junto con su hijo Icaro (asegurándose de que no tuvieran rollos de hilo antes de entrar). Sin embargo, el ingenioso arquitecto encontró la manera de escapar por arriba, al crear alas hechas de plumas de pájaros y cera tanto para él como para su hijo. Lamentablemente, como todos sabemos, Icaro voló demasiado cerca del sol y la cera de sus alas se derritió haciendo que el pobre niño se desplomara y colocando así a Dédalo como el primer genio en la historia en tener un hijo de inteligencia inferior (a pesar de disfrutar de la ilustre compañía de nadie mas que Apollo, quien también perdió a su hijo Phaeton de una forma parecida como consecuencia de una indisciplina similar).

El Laberinto como Metáfora de Complejidad Cognitiva

El lenguaje simbólico de la leyenda del laberinto trata un tema de particular importancia para nuestros tiempos: la complejidad y la posibilidad de que sea resuelta por la ciencia.

¿Qué es exactamente un laberinto? Los laberintos son el epítome de una complejidad diseñada (y por lo tanto interpretada) tan sofisticada que la percepción general del objeto diseñado queda opacado. El uso de la racionalidad en ellos genera confusión en vez de aclarar y ofrecen una abundancia de posibilidades (e información) tal que efectivamente logran prevenir la decisión. Hoy en día, la conciencia de la complejidad que nos rodea y nuestra habilidad de guardar, consultar y comparar información a través del uso de herramientas tecnológicas le han creado a la ciencia un problema cuya solución podría afectar la dirección del desarrollo científico del futuro por mucho tiempo. ¿Cómo seleccionar y organizar el increíble exceso de información disponible para poder manejar la complejidad del mundo que nos rodea y extraer los elementos beneficiosos para la investigación cognitiva y curso de acción?

SI los mitos reflejan la tendencia psicológica humana de identificar problemas existenciales y darles valor y significado, y la metáfora es la forma más ingeniosa del intelecto humano para explorar e interpretar lo desconocido, la analogía del laberinto podría llevarnos a considerar varios puntos de interés y estimulación. Ciertamente, el mito del laberinto como metáfora del problema de exceso de información y recursos para interpretar esa información esta cargada con muchas implicaciones. De modo que, dejémonos llevar por un momento para entretenernos tratando de identificar algunas de estas implicaciones.
La Prisión de la Mente

La complejidad del diseño y las casi infinitas rutas posibles que pueden ser recorridas en un laberinto llevan a una perdida de la ubicación y a la inhabilidad de tener una idea clara del ambiente que nos rodea. La gran cantidad de elementos y opciones disponibles logran efectivamente incapacitar al prisionero de comprender y por lo tanto actúa como una especia de prisión mental.

Este aspecto del mito puede estar relacionado con varios elementos cardinales de la teoría de sistemas. De acuerdo con el principio de variedad necesaria, el control de una variedad de resultados requiere que la variedad de opciones alternas sean variadamente simétricas. De modo que, para poder superar la complejidad, el número de herramientas conceptuales a utilizar debe ser igual al número de variables involucradas para determinar el evento en consideración. Por otro lado, los organismos vivos (sistemas abiertos) tienen una capacidad limitada de desarrollar y planear acciones. Similarmente, los seres humanos utilizan una racionalidad limitada para analizar los elementos que se deben tomar en cuenta en el proceso de tomar una decisión. Como consecuencia, la mente humana identifica o define una gran cantidad de elementos conceptuales (información o estructuras relativas, por ejemplo, esquemas interpretativos) para ser considerados simultáneamente y por lo tanto necesita incrementar progresivamente su capacidad de procesar, hasta que eventualmente llega a un punto de saturación en el cual el crecimiento cuantitativo estimula un salto en calidad (como nos hace creer Hegel) cuyo efecto es una perdida de la capacidad de resolver la complejidad del sistema - el área establecida de investigación.

También existe el riesgo de que el tratar de incrementar el proceso lleve a otro salto cualitativo el cual hará que el proceso sea irreversible y prevendrá la sobre-simplificación del esquema de referencia hasta el punto que le permita ser superado. Esto puede ser visto ocasionalmente en sistemas mentales que se llevan más allá del límite de la locura. Interpretando la metáfora del mito desde el punto de vista de lo anterior, la idea de que Dédalo haya sido encarcelado en su propio laberinto simboliza nuestra habilidad de crearnos las mas inexorables prisiones a nosotros mismos.

De modo que, nuestro pensamiento se va a los procesadores de computadores. ¿Cómo podemos dejar de verlos como un medio para incrementar la cantidad de información que puede manejar la mente humana? Sin embargo, esta creencia esta plagada de peligros escondidos. En comparación a los procesadores electrónicos, la capacidad de la mente humana de procesar información es minúscula en cuanto a cantidad, pero mucho mayor en cuanto a calidad. Ambas pueden archivar, consultar, comparar, y seleccionar información, pero solo la mente humana –por lo menos hasta ahora - es capaz de relacionar dicha información, evaluarla, interpretarla, y proponer hipótesis y soluciones basadas en ella. La solución de la complejidad no puede ser entendida como solo la capacidad de expandir el uso de procesadores. El problema esta en la estrategia, en los puntos de vista, en las evaluaciones y en las decisiones que solo pueden ser el resultado de la mente humana.

Escapando el Laberinto

Ubicarse dentro del laberinto y escapar del él no es imposible. Es más, la leyenda griega del laberinto ofrece al parecer dos métodos distintos: el de el hilo de Ariana (empírico intuitivo) y el vuelo de Dédalo (pensamiento lateral). Sin embargo, ambos métodos tienen algo en común. Ambos se basan en variables de la estructura conceptual del mapa.

El método de Ariana no es más que una forma elemental y pragmática (similar a la que se encuentra en el cuento de hadas Pulgarcito) de señalar el camino de una manera visible y hacerlo evidente, como si estuviera resaltado gráficamente en un mapa.

El vuelo de Dédalo e Icaro introduce una dimensión vertical (intuición “creativa”) a la complejidad bidimensional del laberinto, una variable nueva sin excesiva complejidad que ofrece una salida fácil, pero que (también) supone una reducción drástica de la complejidad percibida del laberinto a través de una síntesis visual global –casi sistemática- practicada desde arriba (Dédalo podía tener una idea general de la estructura del laberinto y podía moverse en la dirección que quisiera). Una vez más, este es uno de los rasgos más característicos de un mapa.

Un mapa es una interpretación de la realidad que esta conceptualmente simplificada. El mito explica que un prisionero puede escapar la complejidad del laberinto utilizando una herramienta diseñada para simplificar la percepción mental de su estructura.

Hasta cierto punto esto es una consecuencia directa de lo que hemos notado. Un exceso de información o su estructura conceptual previenen la generación de una visualización mental a través de la cual el problema puede ser resuelto. De este modo, la respuesta al problema solo puede ser encontrada a través de la simplificación del modelo mental de referencia. Desde el advenimiento del pensamiento Cartesiano y la ciencia moderna (quizás, a un nivel empírico, desde el principio de la humanidad), la capacidad de la mente humana de dominar la realidad ha estado basada en la simplificación de la realidad percibida a través de modelos mentales que le atribuyen significado y ese significado provee después el criterio necesario para actuar. De modo que, la mente humana crea mapas mentales de la complejidad utilizando símbolos conceptuales para incrementar las formas en las que puede ser simplificado, haciendo uso de la intuición sintética y del análisis racional. La racionalidad humana necesita reducir la complejidad (a falta de mas nada recurriendo a mitos o elementos de fe) para evitar ahogarse en ella.

Sin embargo, mientras más compleja sea la realidad considerada, más sofisticado debe ser el modelo y más exigentes y racionales las estructuras necesarias para mantener un control coherente de las complejidades introducidas. Mientras más complejo sea el esquema mental, más riesgo hay de que surja una nueva situación de desorientación. Y mientras más desorientación, mayor es la necesidad de simplificar. La polémica entre la complejidad y la simplificación ha sido un rasgo constante de la historia del pensamiento y el progreso humano.


Mas allá del Mapa

A pesar de que la complejidad simplificada de un “mapa conceptual” puede ser percibida fácilmente por el cerebro humano, no deja de tener ciertas limitaciones.

Un modelo conceptual ilustra la arquitectura general de un sistema y las conexiones que hay entre sus distintas partes, pero no los detalles de su contenido. Le permite a la mente humana entender cómo y por donde moverse a amplio espectro para poder encontrar (o buscar) algo que sabe (o que razonablemente cree) que va a encontrar. Pero, si queremos indagar en algo cuya existencia no es segura, solo una conciencia analítica y detallada de la realidad en cuestión puede ayudarnos. Un mapa solo puede captar realidades artificiales de acuerdo con un criterio racional y sistemático. Cada entidad esta ordenada de acuerdo con un criterio establecido (como lo están las entidades de complejos arquitectónicos planeados como fabricas, hoteles, y centros comerciales, a veces hasta distritos urbanos enteros o ciudades, así como también construcciones conceptuales más imperceptibles como lo son estructuras de organización y clasificaciones científicas). Sin embargo, comparado a la complejidad al natural, un mapa solo puede dar una representación de las características que han sido elegidas específicamente para ser incluidas. Es un hecho que, si el mapa incluyera todo, seria igual de o inclusive más complejo que la realidad que pretende representar.

Solo una conciencia capilar de la realidad (o el sistema) de referencia permite investigaciones, evaluaciones y acciones efectivas. Solo la experiencia directa de la vida en cualquier ambiente –un bosque o un suburbio de una ciudad- nos permite actuar dentro del él, dejándonos saber a quién o qué nos podemos encontrar o buscar en un lugar o el otro, cómo será esa cosa o persona y cuales son nuestros chances de éxito en su búsqueda.

¿Puede cualquier representación conceptual ofrecer un modelo de referencia para este propósito? Quizás un “modelo inteligente” que resalte selectivamente –a través de diferentes representaciones- la información guardada en un solo ambiente de una manera muy parecida a la de un mapa de territorio que puede ser representado de distintas formas a través de mapas orográficos, hidrográficos, estadísticos, geológicos o demográficos, puede ser la respuesta. La información puede ser accesible en cualquier momento de acuerdo con los deseos del usuario de la misma manera que los textos de una computadora pueden ser accesados con un comando.

La creación de modelos de este tipo requiere de (y confía en) una persona que realice un análisis extremadamente detallado de los distintos ambientes y luego inserte la información al modelo. Sin embargo, sigue dejando el problema más delicado sin resolver: cómo seleccionar y evaluar el exceso de información disponible y generada por el análisis que puede ser utilizada.

En lo que concierne la selección, la cantidad de información disponible hoy en día es tan copiosa que no puede ser utilizada sin ser preseleccionada primero; podríamos pasarnos el resto de nuestras vidas estudiando información acerca de una determinada materia, sin lograr terminar nunca de leerla toda. Lo que es más, el proceso de selección se ve amenazado por un peligro escondido: la selección de los elementos que caracterizan un contexto (y que son utilizados para crear el modelo que luego generara otros conceptos) influye fundamentalmente en las conclusiones a las que se llegaran, las evaluaciones que se harán y por consecuencia las estrategias que se van a tomar. Una metodología que asegure la elección correcta es esencial.

La evaluación, por otro lado, requiere del establecimiento de relaciones y nexos, la formulación de interpretaciones e hipótesis, que son exclusividad del proceso de reflexión de la mente humana. ¿Cómo puede la mente unificar la cantidad de información que se necesita y se pueda necesitar para el éxito del proceso de reflexión?

El exceso de complejidad – y el mito del laberinto – esta constantemente presente como un obstáculo a ser superado.

Conclusión

El mito del laberinto sugiere que aunque el escape de la prisión de la complejidad es posible, el dominio (o uso) de la complejidad de un modo que no aprisione, no lo es. El reto para la ciencia moderna es probar que el mito esta errado.

Para hacer esto, dos problemas fundamentales deben ser afrontados.

El primer problema se refiere a la inhabilidad de la mente humana de orientarse dentro de un exceso de información y complejidad y estructuras de organización. Perderse en la complejidad o sumergirse en miles de detalles hace que la correlación e integración sean imposibles y como consecuencia afecta nuestra capacidad de sintetizar e innovar. Esto puede ser superado a través de la creación de estrategias innovadoras que exploten las posibilidades ofrecidas por los recientes avances de IT.

Obviamente, será necesario desarrollar nuevos esquemas cognitivos que permitan una ampliación de horizontes de la conciencia humana y reduzcan los elementos irrelevantes y que parezcan mutuamente extrínsecos y aun contradictorios dentro de un esquema común. Esto se puede lograr a través del estudio y el análisis de los modelos, constantes, nexos, y relaciones funcionales que caracterizan y regulan la interacción entre las variables de un sistema complejo y que constituyen un fondo de investigación amplio y fascinante. Los resultados de esta investigación (esquemas dinámicos y matemáticos, criterios de medición, etc.) pueden ser utilizados para un nuevo enfoque del análisis de casos de estudios verdaderos y apropiados.

El otro problema, relacionado e igualmente esencial, se refiere a nuestra habilidad de reducir la cantidad de información a ser considerada basándose en su relevancia y confiabilidad.

En este caso nos agobian peligros opuestos: el derrochable y utópico mito de que la conciencia crítica coincide con la revisión exhaustiva de información, y la técnica de manipulación que distorsiona de seleccionar la información de acuerdo con la hipótesis que se persigue. El objetivo de la diseminación de información relevante y verdadera dentro de la comunidad científica así como en el público en general es vital. Necesitamos saber como concebir y desarrollar una selección de investigación válida y criterios de recombination, modelos y formas que lleven a una respuesta satisfactoria en lugar de confusa dentro de la inmensa y creciente cantidad de información disponible y accesible.

Nuestra habilidad de aportar soluciones a estos problemas y la manera en la que serán identificados tendrán un efecto significativo en la forma en la que la ciencia avance al comienzo del tercer milenio.

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El contenido de este artículo fue publicado inicialmente por el autor en Italiano bajo el Titulo: “Il mito del laberinto come metáfora della complexita cognitiva” en SL-Rivista di Organizzazione, 1995/4.